viernes, 25 de noviembre de 2011

Respuestas a la crisis económica: madmaxismo y lonchafinismo

Crisis, crisis y más crisis. La dichosa palabra no pasa de moda. Ya sea por televisión, radio, prensa o internet la alargada sombra del default siempre está presente. Hemos pasado de la imagen de un ZP sonriente y abogando por el pleno empleo a la de un Rajoy aún más feliz sintiéndose el futuro cacique del cortijo. ¿Qué hemos aprendido en estos últimos años?

La casta parasitaria política miente, los bancos se lucran con nuestra desgracia y el sistema sigue igual de corrupto. Aparentemente nada ha cambiado pero el ciudadano español, o si me permitís, hispanistaní, comienza a experimentar nuevas tendencias sociales para sobrevivir a cualquier precio: el madmaxismo y el lonchafinismo.

El madmaxismo podría definirse como el estadio superior al burbujismo. Este término nace en honor a la película Mad Max (donde se mostraba un mundo en decadencia en el que había que sobrevivir como fuese) y hace referencia a distintas técnicas de supervivencia ante la crisis: desde cultivar tu propio huerto hasta comprarte un rifle. Se rumorea que para el caso español la cifra de madmaxistas roza los cinco millones (sí, coincide con la cifra de parados), correspondiendo un importante porcentaje de esta masa a dos perfiles muy concretos de personas: ex-trabajadores de la construcción que no terminaron la ESO y jóvenes con hipotecas desorbitadas que no pudieron pagarlas. En ambos casos la medida madmaxista adoptada con mayor frecuencia suele ser refinanciar deudas. Una solución muy española, por cierto, que equivale a tomar cocaína para el dolor de cabeza, y para la resaca de cocaína, más cocaína.

La historia del lonchafinismo, mientras tanto, parece un poco más compleja. Todo apunta a que el término fue acuñado en un conocido blog burbujista de internet, cuando uno de sus participantes observó mientras hacía cola en la charcutería de un conocido hipermercado español como el charcutero preguntaba a todos sus clientes si preferían las lonchas de jamón de york finas o gordas, a lo que la mayoría respondían: "finas no, finísimas". Este hecho se asoció a un intento por sacar el máximo número de lonchas posibles para un mismo peso de jamón de york como medida cutre y socialmente disimulada que ayudase a llegar a final de mes a muchas familias ahogadas por la crisis. El lonchafinista es, por tanto, aquel que por tratar de mantener una imagen de normalidad y bonanza económica, recurre a la modificación de sus hábitos alimenticios a base de reducir el tamaño y calidad de las viandas en pro de conseguir cierta solvencia monetaria.

En definitiva, madmaxismo y lonchanifismo son movimientos fuertemente implantados en la cultura hispanistaní que ganan adeptos día tras día. Si conoces a alguien que presuma de llevar el tupper al trabajo para no almorzar en el bar, aguantar los zapatos hasta que las suelas estén combadas, conducir el Ford Fiesta a puntita de gas, rellenar la botella de Solán de Cabras con agua del grifo o aparcar el coche a 200 metros de casa para ahorra gasolina... no lo dudes, tienes ante ti a un miembro honorífico de la tendencia más "chic" del momento. Y recuerda, madmaxismo y lonchafinismo no son una opción, sino una forma de vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario